- Publicado: 28 de junio de 2021
- Categoría: Noticias INBIO
La producción agrícola sufre perdidas por distintos tipos de factores bióticos o abióticos, como disponibilidad de agua, de nutrientes, presencias de plagas y malezas que afectan el rendimiento de los cultivos. Anteriormente a la liberación comercial de los organismos genéticamente modificados (OGM) el uso de productos fitosanitarios para la protección de los cultivos era mayor, sin embargo, gracias al desarrollo de plantas con resistencia a insectos y tolerancias a herbicidas desarrollados por tecnología GM se proveyó al productor una herramienta más de producción que le permitió disminuir la cantidad de aplicaciones de fitosanitarios.
Los agricultores usan productos fitosanitarios para eliminar para eliminar a insectos para eliminar aquellas plagas no deseadas a fin de impedir o reducir los daños que causan a sus cultivos, reduciendo el rendimiento y aumentando los costos finales, tanto para el agricultor y el consumidor. La biotecnología moderna ha entregado algunas herramientas que permiten un mejor control de plagas al agricultor.
La mayoría de los cultivos GM resistentes a insectos han sido modificados para expresar una (o algunas) de las más de 200 tipos de proteína Bt, la cual es producida en la naturaleza por Bacillus thuringiensis, una bacteria del suelo. Cuando esta es ingerida por la larva del insecto plaga, la proteína Bt se activa en condiciones específicas de pH alcalino de su intestino y lo perfora. Finalmente el insecto queda incapacitado para alimentarse y muere dentro de unos pocos días.
Cabe destacar que por su especificidad, las proteínas Bt actualmente utilizadas permiten controlar de forma específica insectos plagas del orden Lepidóptera y del orden Coleóptera que atacan los campos de cultivo, sin afectar a animales, humanos u otros insectos no plaga como la abeja (que pertenece al orden Hymenoptera), mariposas, mariquitas, entre otros.
Esta proteína tiene un extenso historial de seguridad ya que se ha aplicado en forma de spray en agricultura convencional y orgánica por más de medio siglo. La diferencia con el método tradicional, es que la ingeniería genética ha permitido insertar el gen de la proteína Bt (proveniente de Bacillus thuringiensis) en el genoma del cultivo receptor para generar una resistencia natural al insecto.
Este enfoque presenta ventajas como una protección de largo plazo durante toda la temporada, y reduce o elimina la necesidad de aplicaciones de insecticidas, lo cual permite un ahorro económico y elevar el criterio de sustentabilidad en el manejo del cultivo. Además, esto elimina la pérdida de rendimiento, otorgándole al agricultor más tiempo para otras tareas de su gestión agrícola.
Otra ventaja que potencia aún más el efecto de protección ante plagas, es que al reducir el uso de insecticidas de amplio espectro y la especificidad en el control de la plaga, se traduce en una mayor biodiversidad de insectos no plagas, esta mayor proliferación de insectos benéficos impacta de manera favorable en el biocontrol de plagas.
Retomando el punto de la reducción del uso de pesticidas como beneficio de los cultivos GM resistentes a insectos, se puede revisar el estudio que abarca cerca de dos décadas, “GM crops: Global socio-economic and environmental impacts 1996-2013” donde se demuestra que este tipo de cultivos han reducido el uso de pesticidas entre 1996 y 2013 en 550 millones de kilogramos. Como resultado, esto ha disminuido el impacto ambiental asociado a los fitosanitarios usados en la superficie sembrada con cultivos GM en un 19%.
Los cultivos GM resistentes a insectos son una herramienta más para un control eficiente de plagas. Con una tierra cultivable en disminución y una población en aumento, es necesario desarrollar y ocupar todas las opciones disponibles para una agricultura más productiva y sustentable. Cuando esta herramienta se usa dentro de programas de manejo integrado de plagas y otras prácticas agrícolas adecuadas, la tecnología Bt trae muchos beneficios a los cultivos, al medio ambiente, a los agricultores y a los consumidores por igual.
También es importante mencionar lo que refiere a la biodiversidad de las plantas, por lo que recomendamos la lectura del siguiente artículo: 15 años de investigación y seguimiento concluye en que la soja transgénica no afecta a la biodiversidad circundante.
Situación Paraguay
Un reciente artículo publicado por el ingeniero Alfredo Molinas, Asesor Agro-ambiental Especializado de la Unión de Gremios de la Producción (UGP) da cuenta que los niveles de emisión de gases de efecto de invernadero (GI) en la agricultura paraguaya están en sintonía con los parámetros de producción sustentable y se está avanzando en la mitigación del impacto ambiental. Según el artículo, Paraguay produce 0,10 Ton/Ha y aseguró que con esos números los efectos en el cambio climático son “totalmente insignificantes”. Una de las herramientas que llevó al Paraguay a esta situación hoy es el uso de cultivos GM.
Los cultivos GM que se usan en Paraguay son soja, maíz y algodón. El área sembrada de soja y algodón es casi 100 por ciento GM, mientras que de maíz es más del 80 por ciento, esto implica la utilización menor de lo productos fitosanitarios y la mejora de rendimiento, según explicó el coordinador del Programa de Mejoramiento de Soja del Instituto de Biotecnología Agrícola (INBIO), agrónomo Aníbal Morel.
Fuente: ChileBio
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El Instituto de Biotecnología Agrícola (INBIO) es una asociación civil sin fines de lucro, que tiene el propósito de promover un adecuado acceso al país de los productos derivados de la biotecnología agropecuaria y la incorporación ordenada de los mismos a la producción nacional, así como promoción y desarrollo de la investigación de biotecnología nacional. Siete gremios forman parte de la institución: CAP, APS, APROSEMP, FECOPROD, CAPECO, PARPOV y UNICOOP.
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